Un gran adiós.

Recap del cuarto capítulo de la temporada final de Game of Thrones (CON SPOILERS)

Aglaia Berlutti
9 min readMay 6, 2019

(Puedes leer el tercero aquí)

En el Norte, el luto se extiende blanco y silencioso. El preludio de la gran batalla que se avecina. Pero antes, el poder se mueve bajo la superficie y el anuncio de la confrontación, llega a través de líneas imprevisibles.

El dolor y la nieve.

La gran Batalla de Winterfell dejó bajas y no sólo numéricas: los sobrevivientes de pie rinden homenajes a los caídos con una solemnidad asombrosa, temible y solemne. A la distancia, los túmulos se levantan en formación severa y los deudos pueden despedir a los héroes de la Guerra entre vivos y muertos. Daenerys besa la frente de Jorah, en reposo y finalmente en paz. Sansa recuerda que Theon fue hijo del Norte. Arya quizás agradece a Beric su último sacrificio, lo mismo que Sam, que contempla con silencio agobiado el cadáver de Tedd. Y por último, Jon despide a su aliado más fiel en el norte levantístico: Lyanna Mormont lleva aún su pequeña armadura, el cabello peinado y en la muerte, recuperó la inocencia.

“Estos hombres han detenido la muerte” recuerda Jon con voz quebrada, mientras las llamas consumen los cuerpos. Es nuestro deber y nuestro honor que permanezcan vivos en la memoria, para quienes vengan tras nosotros y quienes vengan tras ellos, mientras que los hombres respiren” Danny le mira en silencio, el rostro tenso, lleno de preguntas.

La vida fluye y sigue sobre la muerte.

En el Norte, la victoria también debe celebrarse: la Reina Dragón y su pequeña Corte, el Guardián del Norte y Lady Sansa presiden la ruidosa celebración que recuerda a los vivos el motivo por el cual lucharon. Por primera vez en mucho tiempo, un jolgorio de triunfo se extiende por Winterfell y el poder de la promesa del Reino parece más real que nunca: La Reina levanta la copa y la fuerza del triunfo — su significado — se entrelaza con cierta conciencia del poder recién adquirido. Por doquier, la vida se hace una palpitar poderoso y cálido. Jamie, Tyrion, Brienne y Podrick comparten la misma mesa y ríen con súbita complicidad. Tormund mira con preocupación y dolor, mientras el Perro no levanta el rostro: el único ajeno a la celebración cada vez más ruidosa. Pero la vida sigue, parece decir cada trago. La risas de Brienne, las risas amistosas entre los hombres libres y Jon, lleno de la ferviente admiración de quienes lo rodean. “¡Viva Arya, heroína del Norte! se prodiga Daenerys. Y también, ofrece su bondad a Gendry, que toma el apellido Baratheon y de pronto, se erige en desconcertado símbolo del poder perdido. En todas partes, la percepción del sobreviviente, el poder de la percepción de la batalla ganada, es parte de las conversaciones, de la sala entera, repleta de luz y calor. Bran como siempre, observa a la distancia “No deseo nada” dice a Tyrion mientras le llevan fuera del jolgorio “Ya desearía yo lo mismo” responde la mano de la Reina Dragón.

Y es la Reina, el centro de todo la densa sensación que hay algo nuevo en medio del círculo de fuego que la muerte y la vida forjó en batalla. Mira a Jon, reír rodeado de sus hombres y la admiración general. “¡Ha volado un dragón!” recuerda Tormund en medio del estruendo de risas y voces. La de Daenerys no es una mirada cómoda: comprende el poder de Jon, su convicción íntegra y limpia. También el riesgo que corre su ambición al trono.

Es un momento para las despedidas simbólicas y también, las grandes declaraciones secretas. “Eres Virgen” dice Tyrion a Brienne, que le mira aturdida y tomada por sorpresa. Jamie aguarda, a mitad de una atracción imprevista y la extraña sensación que la vida tiene sentido, forma y mayor claridad que nunca. La escena transcurre en plano abierto, llena de luz. No hay secretos para nadie cuando Brienne sale del salón seguida por Jamie Lannister. “Viene del Sur para llevarla consigo” se lamenta Tormund, casi filosófico en su pesar.

El perro es el único inmune al jolgorio. Sentado en silencio, come con la cabeza baja, con el ahínco de quien sólo desea recuperar fuerzas. Sansa, sentada frente a él, le observa con atención. “Antes no podías mirarme” le recuerda “He visto cosas peores desde entonces” responde él. “De haber venido conmigo, no habría Lannister, tampoco Bolton. Ninguno de ellos” prosigue. Sansa sonríe. “De no haber sido por ellos, seguiría siendo un ave de alas rota” recuerda. Y sonríe a medias. Misteriosa, lejana. Con toda seguridad peligrosa.

Arya, la héroe del Norte, la que sostuvo el arma que llevó el triunfo a los vivos, celebra a solas. Gendry va en su búsqueda para hacer una declaración de amor desesperada y honesta. “Soy Lord y quiero que seas mi Lady” confiesa de rodillas frente a Arya. Ella le besa, por un momento blanda y juvenil. Pero pronto, la asesina de Braavos muestra su rostro. “Nunca seré la Dama de nadie, jamás lo he sido ni lo seré”. Al mismo tiempo, Jamie y Brienne descubren una complicidad ajena, poderosa y poderosa. El beso y finalmente, la doncella virgen que se convirtió en el Ser de Westeros, le muestra a Jaime Lannister algo más allá del amor que le canibaliza durante toda su vida. Lo mismo desearía Jon, atormentado por el amor y la lealtad. “No deseo el trono, me he arrodillado ante ti” dice a Daenerys, luego de un beso apasionado, doloroso, lleno de rabia “Te preferirán a ti, será a ti al que escojan” insiste ella, pálida de furia “Debes prometer que jamás revelarás mi secreto” “Tu eres mi Reina pero ellas son mis hermanas” le recuerda Jon, tenso y afligido. “¿Aunque la verdad nos destruya?” la pregunta flota en la habitación, sin respuesta.

La guerra y la furia.

Daenerys desea partir de inmediato al Sur, a pesar de las tropas exhaustas y que Rhaegal aún se encuentra herido. No obstante, reclama de inmediato la lealtad del Norte y lo hace, enfurecida y convencida que debe reclamar el Trono en medio de la euforia de la victoria. “Debe dejar a sus tropas descansar” insiste Sansa, imperturbable y en voz neutra. “Vine aquí en grave riesgo de mi vida y de mis fuerzas” le recuerda. La tensión aflora entre ambas y es Jon, quien de nuevo zanja la situación con una improbable y violenta declaración de lealtad. “Daenerys es nuestra Reina y a ella obedeceremos”. Daenerys finalmente parece complacida, aunque las piezas del poder se mueven de un lado a otro con exasperante lentitud. A pesar del apoyo del nuevo Lord de Dorne y otras provincias, la cualidad de la amenaza en el Sur es cada vez más evidente. “Marcharemos y triunfaremos” sentencia Daenerys aunque nadie parece muy convencido.

Junto al Arciano, los Stark miden sus posibilidades. “Somos tu familia y sospechamos de tu Reina” dice Sansa, enfurecida. Le recuerda a Jon que es Arya quien ha ganado la guerra. Bran observa, con su proverbial y espectral serenidad. “Somos tus hermanas, somos los Stark. Eres tan hijo de nuestro padre como cualquiera de nosotros” insiste Arya. Jon titubea, incómodo y sobrepasado “Es tu decisión” susurra el Cuervo de Tres ojos. La decisión es inevitable. “Díselos” dice Jon, resignado. El gran secreto de Ned Stark queda al descubierto finalmente, después de interminables años.

Cuentas pendientes:

Los hermanos Lannister encuentran un momento de intimidad. Entre risas, Tyrion le recuerda que “espero mucho para hacer una broma de estatura”, en alusión a su reciente romance con Brienne. La complicidad entre ambos es evidente y quizás por eso, la abrupta llegada de Bronn resulta violenta y grosera. Lleva la ballesta que Qyburn le entregó en nombre de Cersei “Puedo negociar con sólo Lannister” les recuerda, apuntando al corazón de Tyrion. Finalmente, el Lord de Aguasnegras recibe la promesa de recibir AltoJardín para evitar asesinar a los hermanos. “Sólo manténganse con vida” les exige enfurecido.

De nuevo, al Norte.

Para el Perro Clegane, al estadía en el Norte ha terminado, lo mismo que para Arya. Juntos avanzan a paso tranquilo por la nieve. “Tengo negocios que atender” dice él en voz baja. Ella suspira, el rostro tranquilo y sereno de la asesina de Braavos “Yo también” “Si me encuentras medio muerto me dejarás morir?” pregunta él. “Probablemente” responde ella con una sonrisa.

A puertas cerradas:

Las menguadas tropas de Daenerys abandonan Winterfell, mientras ella hace lo propio a lomos de Drogon y el aún malogrado Rhaegal. “Tendré que ir a caballo” explica a Tormund, que regresa con los hombres libres al Norte. Al verdadero “Norte”, recalca, “Necesitamos espacio para deambular” explica. La despedida es emocional, extraña y reverente. El gigante rojo abraza a Jon y la larga lealtad entre ambos, es más poderosa que nunca. “Llévatelo” dice señalando a Ghost, milagrosamente vivo pero maltrecho “Será más feliz allá”. Finalmente Sam también anuncia que parte. Gilly está embarazada y ambos, se apartan del frente del batalla. “Eres el mejor amigo que he tenido jamás” dice Jon en voz baja, una despedida a la larga historia entre ambos que también refleja en cierta medida, todo lo perdido y abandonado en el largo trayecto hasta la batalla final.

No hay secretos en el Reino:

Antes de la partida, el secreto de Jon va de boca en boca. Sansa termina confesando a Tyrion lo que sabe y este a su vez, vuelva su preocupación en Varys. “¿Quién lo sabe?” “Ya son ocho personas” admite Tyrion con preocupación.“Me preocupa su estado mental”. Ambos ponderan el valor de Jon, pero Tyrion insiste en mantenerse fiel a la Reina Dragón. O al menos, en mantener la confianza en su promesa de hacer “mejor las cosas que sus predecesores” Pero Varys no parece muy convencido “Al final, él es más fuerte, más sensato” recuerda. “Podrían contraer matrimonio” dice Tyrion parece incapaz de dar una opinión más sólida. Pero la incertidumbre se hace evidente. La duda, también.

El horror a ciegas:

Daenerys alcanza las costas pero la amenaza de Cersei es rápida y mortal: Euron les embosca y no sólo mata a Rhaegal en pleno vuelo sino además, logra arrasar a la flota de barcos de la Reina Dragón. Daenerys logra salvar la vida de Drogon pero la tragedia la sacude: ha perdido a muchos más hombres y a Missandei, que termina en manos de Cersei. La Reina del Trono de Hierro parece invencible con Euron de su lado, ahora convencido que sería Padre del próximo Rey de Westeros. “El León Reinará en la Tierra” anuncia y Euron sonríe, pura ambición convertida en poder silencioso.

De vuelva al fuego:

Para Jamie el tiempo de la esperanza termina. Luego que el Norte conoce las noticias sobre la derrota de Daenerys y la inminente muerte de Cersei en plena conflagración, Jamie comprende que el amor y la vida que aspiró no tiene sentido. Resignado, sabe que debe regresar al Sur y quizás enfrentar su destino “Quédate conmigo” dice Brienne entre sollozos “Eres un buen hombre” “Por Cersei arrojé a un niño desde una torre, maté a mi primo, amenacé con matar a mujeres y niños en nombre de Cersei” le recuerda. La trampa del amor caníbal por, está abierta de nuevo. Y a pesar de las suplicas de Brienne - “Quédate” — Jamie parte hacia la guerra inminente y quizás la muerte, en medio de una sórdida búsqueda del honor.

Juego de Tronos:

Para Varys, la situación es clara: Daenerys atacará a King’s Landing sin compasión luego de la violenta emboscada que sufrió a manos de Euron. Ya intentó convencer a la Reina que comete un error dejándose llevar por la furia para arrasar la ciudad en busca de Cersei. “Mi lealtad está con la gente de este Reino” le recuerda a Tyrion, ambos en el salón del trono de Dragonstone, después de la discusión. “Él es el elegido. Es él quien debe sentarse al trono” dice Varys y además recalca “Es un hombre. Para los Lores, eso es importante” “No creo que su pene sea su mayor competencia” murmura Tyrion aturdido por la duda. “Ya sabrás que hacer” sentencia Varys, que ya tomó una decisión.

La muerte y el silencio:

Cersei espera en las murallas de King’s Landing. Al otro lado, Daenerys espera con los pocos inmaculados sobrevivientes le acompañan. Gusano Gris la escolta, tenso y enfurecido. Missandei, tiembla entre las ráfagas del viento, una rehén conveniente que la Reina del Trono de Hierro, no duda en utilizar. “La Reina exige la rendición a cambio de Missandei de Naath” dice Qyburn, emisario de Cersei para Tyrion. El más joven de los Lannister contempla el peligro, conoce el riesgo. Trata de convencer a Cersei. “Hazlo por tu bebé, tu vida no debe terminar con tu reinado” suplica. Pero Cersei, arrogante y distante, toma una decisión. Toma el brazo de Missandei y sella el destino de Westeros. “Si deseas decir alguna última palabra, este es el momento” susurra. “Dracarys” dice la traductora, en un último gesto de valor. Cuando Ser Gregor se acerca con la espada en alto, el silencio lo llena todo y es la muerte de Missandei la que cierra el arco de la guerra definitiva en el continente. Daenerys observa, la cordura se tambalea en sus ojos. El día más terrible de la historia de Westeros está a punto de comenzar.

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Aglaia Berlutti

Bruja por nacimiento. Escritora por obsesión. Fotógrafa por pasión. Desobediente por afición. Escribo en @Hipertextual @ElEstimulo @ElNacionalweb @PopconCine