En el círculo de fuego:

Como los superhéroes recrear y sustentan los más antiguos ciclos mitológicos. (Parte II)

Aglaia Berlutti
9 min readJul 27, 2021

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Tom Hiddleston y Chris Hemsworth como Thor y Loki de Aasgard

(puedes leer la parte I aquí)

La fuerza, la inteligencia, el poder

En una de las escenas de la serie Loki (Kate Herron — 2021), el personaje se enfrenta a una pregunta que podría cambiar la historia completa del argumento. “¿Deseas el trono de Asgard? ¿Deseas matar a Thanos?” dice la engañosa Miss Minute en mitad del silencio de la Ciudadela del Fin del Tiempo. “Lo tendrás” Pero Loki, permanece un momento en silencio y declina la oferta. Camina hacia adelante, en compañía de su versión femenina, empuñando la espada. Acaba de pasar la prueba final de un largo trayecto que le llevará al corazón de los misterios. Pero más allá de eso, a convertirse en el centro de su propia historia de redención.

Cada superhéroe Marvel está asociado con algún elemento arquetipal que le distingue y sin duda, permite su crecimiento. Incluso, el políticamente relevante T’Challa (Chadwick Boseman), tiene un peso específico en la discusión cultural. Pero Loki, además, tiene un elemento de alteridad física y de extraño puente en una cierta percepción sobre la moral que resulta desconcertante. Y buena parte de eso, fue el motivo de su triunfo en la fallida Thor: Dark World (Alan Taylor — 2013) quizás la película más deslucida de Marvel, pero la que llevó a Loki a otro nivel de importancia, tanto en el mundo de la franquicia como fuera de él.

Con docenas de problemas de producción a cuestas, el film sin embargo, mostró a Loki a un nivel nuevo. Atrapado y confinado a las “mazmorras” por sus crímenes, es una presencia lateral y secundaria, pero tan brillante como para atrapar el núcleo del argumento en más de una ocasión. No sólo guía a un ejército invasor hacia su madre adoptiva Frigga — y provoca su muerte — sino que además, es la primera vez en que puede verse las fisuras de la impenetrable armadura de ironía, desdén y burlona inteligencia del travieso.

De hecho, en la escena más recordada del film, Thor (Chris Hemsworth) consigue que Loki se muestre en pleno duelo y es entonces cuando el personaje alcanza un punto multidimensional que signó su futuro en la franquicia. Descalzo y con las plantas de los pies empapadas de sangre, despeinado, pálido y con aspecto desgraciado, el dios de la mentira encarna de nuevo la caída arquetipal de tantos dioses con una pesada carga humana. Y es esa escena, la apoteosis de su fragilidad y después, su aparente muerte en batalla en pleno sacrificio por Thor lo que brinda su amplio espectro como antihéroe que puede abarcar muchas cosas a la vez. Cuando al final Loki aparece sentado en el trono de Odin, con una amplia sonrisa maliciosa, saludable y de nuevo recuperado, el rápido ascenso de un personaje a un nuevo sitial era cuestión de tiempo.

Por supuesto, fue Taika Waititi, que decidió despojar al dios del Trueno de todos sus atributos para Thor: Ragnarok (2017), el que culminaría el arco de redención de Loki y lo haría a través del humor. Esta vez, el personaje vuelve a tomar toda la apariencia de sus primeras apariciones en pantalla (pálido, frágil y esbelto), enfundado en un traje oscuro, mientras su hermano Thor es toda vitalidad y simpatía. El contraste entre ambos se acrecienta, a medida que la película muestra más y más capas del tramposo, que profundiza, crea y reconstruye el vínculo que sostiene con Asgard, su historia y su familia. La muerte de Odin, la llegada de Hela, la batalla de Thor y al final, la apoteosis del miedo con el mitológico Ragnarok en puertas, muestran una versión del personaje tan rica en matices que asombra por su sutileza. Para la escena final, cuando el dios de la mentira ha depuesto sus armas (tanto verbales como mágicas) para celebrar un triunfo agridulce, es más que evidente que fue la estrella de la película, a pesar del recorrido de Thor hacia un poderoso héroe que incluso, no necesita del Mjölnir para mostrar su valor.

De la vida y la muerte, el tránsito hacia un nuevo rostro

Al Thor y al Loki del MCU se le ha comparado con frecuencia con la forma en que William Shakespeare describió a Marco Antonio y a Cesar en su obra Julio César, un paralelismo que ya Branagh había puesto de relieve en la película del 2011. Mientras a Thor se le muestra como un hombre rubio, bronceado y lleno de vida (y que sin duda, pasa buena parte de su tiempo al aire libre, en batalla) y le convierte en símbolo de la vitalidad y el bien, la palidez y aparente fragilidad de Loki parece sugerir que pasa mucho más tiempo oculto, maquinando y manipulando.

Todas, percepciones intelectuales que hablan con precisión de la forma en que analizaba el poder tanto en los dramas Shakesperianos como en los arquetipos más antiguos. De hecho, a medida que la evolución en pantalla del personaje es más evidente, las alusiones a su poder misterioso, oculto e inquietante se hacen más notorias. El Loki marvelita, es muy semejante al mitológico, con toda su carga de atractivo inquietante y mezcla de algo más letal. Buena parte de la EDDA poética, muestra al tramposo como una criatura temible, capaz de hechizar, manipular y mentir, para la mayoría salirse con la suya. Pero también es un dios profundamente vinculado con lo femenino.

En una escena que se eliminó del montaje final de Thor: The Dark World, Frigga confiesa a Thor que dotó a Loki con magia y que de hecho, le transmitió sus conocimientos sobre brujería y otras prácticas a su hijo menor. El mismo Loki confirma su relación con su madre en una breve escena de la serie que lleva su nombre, en la que narra que su madre fue quien le mostró la forma de utilizar la magia. Frigga, que admite en una ocasión “haber sido educada por brujas” y que de hecho, es llamada bruja cuando Malekith, es la fuerza femenina de una película llena de arquetipos masculinos. Mientras Thor está vinculado a su padre y de hecho, el trono y la conciencia del poder que tiene el dios del trueno se manifiesta con una herramienta mágica fálica, Loki usa puñales cortos, asociadas tradicionalmente a la pasión y a un tipo de muerte de carácter íntimo. Y aunque también son símbolos masculinos, el Loki ambiguo que sabe luchar cuerpo a cuerpo, pero utiliza magia y acertijos, es más notorio que nunca.

Desde su primera aparición, hay algo subversivo en Loki, que toca directamente la transgresión. Su armadura asgardiana está diseñada de una manera por completo distinta a la de Thor y de hecho, todo el personaje está construido para responder a los habituales estereotipos femeninos. En el cine, usualmente los villanos son más dados a la violencia física y el uso de armas robustas que a la persuasión, discusión y el debate. Tal vez por ese motivo, sorprenda tanto que la única forma de vencer a Loki fue el engaño: la ya icónica escena de Black Widow (Scarlett Johansson) embaucando al embaucador, deja claro la influencia singular de esa percepción sobre el Loki ambiguo, que sólo es derrotado cuando se usa en su contra las mismas armas que suele manejar. De hecho, Loki siempre mata usando armas de cercanía física. Clava cuchillos, apuñala por la espalda (otro elemento shakesperiano) y sin duda, se identifica más con la armería pequeña y sutil (más asociada a la precisión) que a la fuerza.

La cuestión sobre la sexualidad de Loki también entra en disputa, aunque durante buena parte de su recorrido por la cultura pop, este dios de aspecto en apariencia frágil, atravesó con muchas frecuencias los límites habituales del género y por supuesto, la orientación sexual. El Loki del MCU jamás pareció estar interesado en otra cosa que el poder, pero era lo suficientemente ambiguo como para generar y despertar un entusiasta fandom a su alrededor de la comunidad Queer y en especial, de mujeres que le consideraban “otra forma de masculinidad”. ¿Podía enamorarse un dios obsesionado con la convalidación y la necesidad de ser reconocido, admirado y temido? Quizás, la respuesta no era tan sencilla y por ese motivo, tardó en llegar.

Un dios mentiroso, el punto más lejano del camino y al fin de los tiempos, el amor

El escritor Kevin Crossley-Holland dedicó buena parte de su libro Penguin book of the Norse myths (1980) a Loki y su ambigüedad. Y lo hizo por una razón sencilla: incluso en la comunidad de inmortales de la mitología nórdica, ya era una criatura distinta, incómoda, siempre marginada, a punto de cometer grandes desastres. Obsesionado por las apuestas, Loki llegó a ser expulsado de todos los reinos y espacios sagrados, luego de más de una vez, enfrentarse, vencer y contra el resto de los dioses. Crossley-Holland analizó en particular uno de los mitos más viejos sobre la figura de Loki, que le describe fuera del Gladsheim, escuchando las conversaciones y las celebraciones, hasta decidir cuál sería la mejor manera de vengarse de la exclusión. Al final, La EDDA le describe con una sonrisa torcida, una que además mostraba las visibles cicatrices sobre sus labios. La alusión a las cicatrices (el castigo por su lengua falaz y que a menudo llevó a la disputa y a los enfrentamientos), no es en absoluto casual. Es una mirada hacia lo esencial de Loki, que es de hecho, el dios de los perdedores, los marginados en una época en que a fuerza física lo era todo.

Para la mitología nórdica, ampliamente relacionada con la felicidad y el hedonismo, la rareza de Loki, su sonrisa inquietante y su tendencia a la manipulación, es una forma de también relatar su extraña conducta física e incluso sexual. De todos los dioses del ciclo nórdico, es el único cuyos ojos brillan de diferentes colores, incluidos el marrón, el verde y el índigo. También se hace un considerable hincapié en sus labios cosidos, el castigo ejemplar en Asgard contra las bromas y travesuras del tramposo. Su aspecto (que unas veces es repulsivo y otras lobunos, para finalmente ser femenino), es otro de los grandes incógnitas que rodean al personaje. De entre todos los dioses, es el único que habita, disfruta y más de una vez, insiste en tener la apariencia de una mujer.

En la EDDA poética, se llega a contar que otros dioses se burlan del tramposo justamente por su preferencia por disfrutar de esa versión suya ambigua. Lo hace Odín, cuando Loki decide vivir “durante ocho inviernos con la forma de una mujer lechera y parir ocho hijos”. También, llegó a tomar la forma de una yegua y partir un potro, que a la larga se convertiría en el caballo mágico Sleipnir. En una de las grandes anécdotas de la mitología nórdica que se ha convertido en parte de buena de los relatos alrededor de Thor y Loki, el dios del trueno debe vestirse de mujer para una “misión secreta”, a la que su hermano le acompaña para hacer el atuendo “más creíble”. Y de nuevo, Loki emerge como mujer o con un aspecto decididamente femenino, frágil, pálido, en la ambigua grieta entre los géneros, la percepción de la sexualidad y la búsqueda de una forma de expresar el yo y la idea colectiva sobre lo masculino.

La serie Loki explora la idea a un nivel que las películas no quisieron o no pudieron lograr. Loki es deconstruido a través del tiempo — en el sentido literal del término — y también, del recurso práctico de mostrarle su propia vida y fracasos. Recordarle además, que su vida está plagada de mentiras y que él mismo, es su mayor invención y la máscara más endeble de todas. De la misma manera que se le arranca la armadura de “fino cuero asgardiano” (otra referencia mitológica) y se le enfunda en un uniforme genérico, el dios de la mentira debe enfrentarse al hecho que se encuentra en medio de una situación que no debe controlar, fuera del tiempo y sin capacidad para hacer uso de la retórica. Y entonces, hace uso de su inteligencia. Una tan aguda que le permite seguir a su adversario más peligroso: él mismo.

El ciclo mitológico nórdico se repite paso a paso en la serie de Disney Plus. Loki está batallando no sólo contra una amenaza invisible, sino también contra sus dudas, dolores y su infinita angustia existencial. De modo que toparse consigo mismo — y como una mujer, una bruja, tal como era su madre mitológica y cinematográfica — no es en absoluto casual. Tampoco, el amor franco, sincero y extravagante que desarrolla hacia sí mismo. Cuando al final, es el amor el que lo traiciona y el que le envía a otra línea temporal, no es más que una representación del largo hilo conductor de Loki hacia el pasado y el sostén mitológico del personaje. La larga búsqueda de su identidad a través de un curioso recorrido vital que le lleva de vuelta a una búsqueda potencialmente peligrosa y mortal, hacia algo más poderoso que los temores, las trampas y las mentiras que fueron sus armas hasta entonces.

En una de las páginas finales de su libro, Crossley-Holland llama a Loki “el personaje más fascinante de toda la antología” e insiste que lo es, porque “Sin la figura excitante, inestable y defectuosa de Loki, no podría haber ningún cambio en el orden fijo de las cosas, ningún pulso acelerado”. Con una segunda temporada en puertas para Loki y el anuncio que el personaje continuará saltando de línea temporal en línea temporal en la secuela de Doctor Strange, queda mucho que explorar acerca de este profundo símbolo de una nueva forma de masculinidad y extraña búsqueda de la identidad. Una tan vieja como la búsqueda del hombre para definirse y tan poderosa como una profunda una mirada hacia el bien y el mal.

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Aglaia Berlutti

Bruja por nacimiento. Escritora por obsesión. Fotógrafa por pasión. Desobediente por afición. Escribo en @Hipertextual @ElEstimulo @ElNacionalweb @PopconCine