Desde el Belegaer a la Cintura de Arda
Un recorrido por la ética, el poder moral y el poder en la Tierra Media (Parte I)
En una de las escenas que ha ocasionado más comentarios en la serie Los Anillos del Poder de Amazon Prime, Galadriel (Morfydd Clark) toma armas en contra de Morgoth y su lugar teniente, Sauron. No se trata de una imagen poética. La escena la muestra junto al cadáver de su hermano mayor Finrod (Will Fletcher) y el personaje asegura: “hice mía su causa”. Se refería a la batalla de los elfos de Valinor contra el mal representado por su mayor y más encarnizado enemigo. Más tarde, La Dama Elfa, que en el cine se le plasmó desde una distancia ultraterrena y envuelta en una cualidad misteriosa, avanza a través de una inédita Tierra Media en busca de la sombra del mal. Todo, enfundada en una reluciente armadura y espada en mano.
¿Contradice esa percepción acerca de una de las figuras centrales de la Trilogía del Anillo Único, lo escrito acerca del personaje por J.R.R. Tolkien? Galadriel es una de las figuras más queridas de la mitología del escritor. Pero, también, uno de los más complejos de comprender. La Dama Elfa, de hecho, atravesó todo tipo de revisiones llevadas a cabo por el autor, en lo que parece una reformulación de su papel e importancia dentro del Universo mitológico Tolkiano. Un análisis que incluyó desde ensayos, notas y cuentos, que le permitió dotar al personaje de una profundidad nueva. Con el correr de las décadas, el escritor británico enlazó información sobre Galadriel hasta lograr un todo conjunto que integró lo que escribió para ella en la trilogía El Señor de los Anillos, con su reflexión acerca del bien y del mal, convertidos en corpus simbólicos en sus textos posteriores.
Para Tolkien, la cuestión sobre la preponderancia de la raza élfica, tenía una especial importancia. En particular, debido a su cualidad como testigos de relevancia en los sucesos generales que sustentan la mitología de la obra. El escritor, que a menudo usaba la técnica de reinterpretar sus historias a través del método de “así debió ocurrir” para relatos inconclusos, logró crear capas de información sobre la personalidad de la princesa Elfa que todavía sorprende por su complejidad. Una proeza que analiza en distintos niveles de significado y alegoría al bien como un constructor total desde punto de vista novedosos. De modo que hay versiones contradictorias e incompletas sobre Galadriel, justo por la necesidad del escritor de reconstruir sus obras a medida que comprendió la importancia del personaje a lo largo del mundo construido a su alrededor.
Una historia compleja para un personaje extraordinario
Según los datos en los que profundiza el Legendarium (2000) escrito por Verlyn Flieger y Carl F. Hostetter, Galadriel fue la cuarta hija de Finarfin, príncipe de los Noldor, y Eärwen, princesa de los Teleri. La combinación entre linajes, hizo de Galadriel centro de varias líneas narrativas que repercutirían a futuro en la saga de Tolkien, en especial, una vez que el autor comenzó a indagar sobre los hechos acontecidos entre ambos pueblos, mucho antes de su llegada a La Tierra Media.
Lo notable es que Tolkien supo encontrar una forma de unificar la idea territorial de Valinor hasta construir un punto más amplio, elaborado y conceptualmente más profundo de lo que se suponía había sido hasta entonces Galadriel. Como hija sobreviviente a múltiples tragedias — sus hermanos fueron asesinados uno a uno en distintas conflagraciones bélicas — , la connotación acerca de Galadriel como testigo privilegiado de lo que acontecía en sucesos mayores, aumentó a medida que Tolkien detalló con más precisión la antropología de su mundo. Pero también, cuando necesitó reconstruir la percepción acerca de la amplitud de los conceptos primordiales de su obra a través de sus personajes.
Galadriel, más que cualquier otro de los grandes símbolos de poder, grandeza, nobleza y misterio, tanto en la saga central de Tolkien como en los apéndices publicados después de su muerte, se nutre de esa transformación profunda que enlaza varias facetas de lo tenebroso y lo brillante. Es una Elfa poderosa por linaje pero también, por derecho propio. Ya desde la connotación de su nombre, hay la evidente intención de explorar su personalidad. Su padre le llamó Artanis, que significa “mujer noble” en Quenya, pero debido a su poder inherente su madre insistió en que su nombre debía ser Nerwen, “doncella” en el mismo idioma. Que, para el contexto, incluía connotaciones de poder, habilidad física y además, fortaleza espiritual.
Siempre según el Legendarium, Galadriel tenía una personalidad formidable y se menciona que se recogía el cabello como “una corona”, para correr e incluso llevar a cabo hazañas atléticas. Era, según una revisión posterior de Tolkien a cómo se le describe en el Señor de los Anillos, de una belleza poco común y también, más poderosa que sus congéneres. De hecho, para el final de la trilogía del Anillo Único, el personaje se convierte en reflejo de Valinor y se específica, que el color de su cabello “capturaba de los árboles de la Tierra de los Valar”, como una manera de profundizar en el misterio de las grandes referencias sobre el poder en la saga. Galadriel, que comenzó como una figura misteriosa capaz de brindar información esencial a Frodo sobre el futuro de la guerra contra Sauron, se convirtió en alegoría del bien total. A la vez, en uno de los puntos más resaltantes de las tierras perdidas y ya casi olvidadas por los sobrevivientes a La Segunda Edad y los que habían triunfado en la Tercera.
Con su largas trenzas doradas y plateadas, sabiduría y arrojo, Galadriel comenzó a ser descrita por el mismo Tolkien como una variación de la noción de la Dama poderosa y simbólica. A diferencia de Eowyn, encarnación de las virtudes de las valquirias nórdicas de las cual procede su personalidad y es su principal referencia, Galadriel abarca un estrato más amplio sobre la mitología Tolkiana. También, una exploración cuidadosa y elemental acerca de la condición de lo asombroso en los Reinos a los que se extendió su influencia. La princesa Elfa se reconstruyó en la imaginación de Tolkien para reflexionar sobre el origen mismo de las ambiciones y la caída en desgracia de la codicia del Universo que el escritor creo en su obra. Un logro de enorme de interés al momento de dialogar con su influencia como personaje y punto de referencia.
Una historia dentro de una historia
Mucho después de analizar a Galadriel en el Señor de los Anillos — brindarle un lugar y preponderancia específica — Tolkien comenzó a replantearse la figura de la Elfa desde un punto de vista nuevo. Algo que se repetiría con varios personajes, pero que en el caso de la figura de la Dama de Lothlórien, se hizo aún más evidente. En varios de sus apéndices posteriores, Tolkien escribió que Fëanor (tío de Galadriel), imaginó capturar la luz de Laurelin y Telperionen en los Silmarils. Ya por entonces, varios poemas y fragmentos de historias del autor reflexionaban sobre la importancia esencial de los árboles de Valinor. En particular, en la forma en que sostenían un punto central sobre la narración de la exploración, sobre las obsesiones centrales de Tolkien en su universo.
La luz de los árboles, transmutada en alegorías protocristianas y con claros referentes mitológicos de otras tantas figuras semejantes en panteones e historias creacionistas, llegaron a la obra de Tolkien como miradas sobre lo inasible. También, como elaborados eslabones del misterio de la creación y la pérdida de la conciencia del bien absoluto. Morgoth les ataca no solamente para devastar su resplandor, también como un símbolo del dominio sobre las fuerzas primitivas y originarias. Tolkien utilizó la idea de los árboles para vincular el sentido de la conexión espiritual de su mundo con un poder mayor, portentoso y primitivo. De modo que su brillo, tiene una capacidad de conexión con lo invisible que sostiene una serie de conceptos e ideales de considerable interés en la saga del autor.
Como buen revisionista de su obra, Tolkien construyó toda una reflexión novedosa alrededor de Galadriel, mucho después de su primera aparición en La Trilogía del Anillo Único. La Dama Elfa, que durante los eventos de la Tercera Edad se limitó a ser una fuente de información acerca de la Segunda, se convirtió entonces en una figura de análisis sobre el mundo de Tolkien. De hecho, le dio el relevante papel de ser la inspiración para Fëanor de la captura de la luz en joyas, una vez que ella se negó a cortar un mechón de su cabello y ponerlo entre sus manos. Lo que permite a Galadriel convertirse en motor indirecto de la mayoría de los eventos que ocurren en El Silmarillion. ¿Qué habría pasado, además, de no rechazar la petición de Fëanor? ¿Habrían existido los Silmarils? Por supuesto, el punto más elocuente es la manera en que Tolkien analiza la naturaleza del poder natural de la Elfa.
Rechazar el pedido de una figura de poder, habla sobre su carácter. Pero más aún, el hecho que su sola presencia inspirara un hecho capital, brinda a la historia de una nueva capa de significados. Convertida en un misterio dentro de un misterio, Galadriel toma el corpus de un hecho mayor y lo encarna de forma total, no solamente en la mirada de la importancia — y peso — de sus decisiones. También, de la vinculación de lo inconcreto, el bien y el mal como expresión de un tema mayor.
Pero Tolkien va más allá: al narrar como Valinor perdió su luz, deja claro que hay un elemento impulsor en Galadriel que la impele a viajar a la Tierra Media. No de forma pasiva o para acompañar a un miembro de su familia en gesta heroica. En realidad, lo hace porque la oscuridad de Valinor y las repercusiones del ataque de Morgoth, tenían un significado total. El mal estaba en la provocación, el horror y además, en la conexión emocional de todos los sucesos que acontecían a su alrededor. Con un simple detalle, Tolkien logra recrear un universo interior en el personaje que se adivina, aunque no se narra de manera completa.
Galadriel es mucho más que una doncella contenida por la tradición, la magia o la particularidad de su origen, como podría ser Eowyn. Participa en las revueltas de Noldor y después, se enfrenta contra Fëanor para defender a los Teleni en la trágicamente célebre dentro de la obra de Tolkien, Matanza de Alqualondë. En específico, en varias obras posteriores a La Trilogía del Señor de los Anillos, Tolkien deja entrever que Galadriel viajó a La Tierra Media con un segundo grupo comandado por Fingolfin, medio hermano de Fëanor. En varios de los puntos más importantes de la mitología que Tolkien creó para narrar La Segunda Edad, hay evidencias que dotó a la Elfa de una fuerte personalidad. Tanto como para acompañar a sus hermanos y alejarse de su padre para viajar al norte de La Tierra Media.
Galadriel y la revisión de Tolkien a su obra
En Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media (1980) de Tolkien, se incluyen dos ensayos redactados después de La Trilogía del Anillo Único, en que también se muestra el considerable carácter de la Dama Elfa. No solo se niega a regresar a las Tierras Imperecederas. Un punto que se desarrolla con cuidado y que deja en evidencia, que la princesa tomaba sus propias decisiones en situaciones de extrema gravedad y también, de importancia en momentos históricos definitivos en la historia. También muestra un conocimiento profundo sobre el peligro del mal y la necesidad de enfrentarse a la naturaleza de la oscuridad con todos los medios a su disposición.
La renovada mirada del autor acerca de su personaje, completa a lo que ya había narrado en sus obras más conocidas. La óptica sobre la evolución de Galadriel como símbolo de la unión del Reino de los Elfos con ideas más profundas acerca de la Tierra Media, es un elemento de innegable. Tanto, como para que su figura sea la de una reflexión acerca de las lecciones de la historia y la búsqueda de sentido a las connotaciones mayores sobre el ideal moral y espiritual. Elucubraciones de enorme relevancia para el escritor.
En particular, por el hecho, que una vez que durante los eventos de La Trilogía del Anillo Único, Galadriel se convierte en la prueba viva de cómo lo ocurrido en La Segunda Edad tiene todavía influencia y peso en el futuro del mundo imaginado por Tolkien. Cuando se somete al riesgo de la tentación del poder absoluto, queda claro que lejos de ser una criatura inocente, contemplativa o temerosa, hay un estrato oscuro de su personalidad que se muestra de forma directa.
Mucho más, es evidente que Galadriel sabe que la influencia del Anillo Único podría convertirla en una criatura tiránica, violenta o en el mejor de los casos, en una líder déspota, admirada y temida al mismo tiempo. “En lugar del Señor Oscuro, establecerás una Reina” dice a un aterrorizado Frodo. “¡Y no seré oscura, sino hermosa y terrible como la Mañana y la Noche!” añade, en una clara alusión a la historia que después desarrollaría Tolkien sobre su relación simbólica con los árboles de Valinor. “¡Hermosa como el mar y el sol y la nieve sobre la montaña! ¡Terrible como la tormenta y el relámpago! Más fuerte que los cimientos de la tierra. ¡Todos me amarán y se desesperarán!”
Galadriel, que atravesó mares y estuvo presente en la mayoría de los grandes eventos de la mitología de Tolkien, sabe los parajes aterradores que alberga su espíritu. En específico, la forma en que el poder podría manifestarse en ella. Tanto, como para temer que la posibilidad le superara o en cualquier caso, le convirtiera en una sombra de lo que temía. La princesa Elfa, que ya se había enfrentado más de una vez a la percepción del mal en estado puro, sabía que el artefacto mágico que Frodo portaba, era la demostración y el espejo de la codicia, un tema común en la obra de Tolkien y que en la ya clásica escena, toma especial relevancia.
Al rechazarlo, demuestra la madurez alcanzada a través de los milenios de vida y su conocimiento sobre las consecuencias de La Segunda Edad. En otras palabras, vence sus puntos más sombríos (y que Galadriel conoce y de los que está consciente) en favor, de sus virtudes, múltiples y forjadas a través de innumerables experiencias en las que simboliza el bien y el mal. No solamente como centro motor de todo tipo de historias relacionadas con la integridad de su figura como líder y referente, sino también, como una de las formas en que Tolkien integró la noción sobre las transformación del tiempo interior y la concepción sobre la identidad por completo nuevo.