Crónicas de la lectora devota:

If It Bleeds de Stephen King.

Aglaia Berlutti
10 min readMay 1, 2020

El miedo es parte del pensamiento humano y lo es, porque es quizás una de las pocas emociones que además, refleja un sentido profundo sobre el pensamiento del hombre como parte de la sociedad y la cultura que crea a partir de sus límites. Por esa razón, es probable que en más de una ocasión se ha insistido que Stephen King reinventó el género del terror literario, o lo que puede ser lo mismo, le dotó de un rostro moderno. Después de todo, King es uno de los pocos escritores de género de la actualidad, firmemente decidido a crear una noción sobre el miedo limitada al efectismo, la comprensión del monstruo elemental o incluso, esa comprensión de lo terrorífico como algo ajeno a lo cotidiano. King, con su olfato infalible para analizar el tiempo y el contexto, es uno de los pocos autores que utiliza la cultura pop como telón de fondo para meditar de manera inquietante sobre nuestra cultura y sociedad como caldo de cultivo para lo que nos aterroriza. En las novelas de King lo sobrenatural está presente, pero también, una visión sinuosa y casi invisible sobre la realidad que sustenta un terror aún mayor: el que puede provocar el hombre y que de hecho provoca, como el monstruo más peligroso y violento de todos.

Para King, la normalidad es una gran simulación. El escritor es capaz de describir el ocio y detalles en apariencia insustanciales, para elaborar algo mucho más complejo y violento. En todas las novelas de King, el suspense es una criatura extraña, ambivalente y casi corriente, sostenido sobre esa pasividad insistente que convierte la incertidumbre en algo por completo nuevo. Una irrupción en la irrealidad que se manifiesta como un gran estallido sensorial. Lo anormal que crea y medita sobre lo fundamental de lo consideramos real. Como escritor King intenta reelaborar las reglas del miedo y lo hace con una precisa construcción de ideas: Ninguno de los libros de King carece de un poderoso, profundo e incluso conmovedor elemento humano. Todos los monstruos de King se miran al espejo y se sobresaltan con la imagen que les devuelve el espejo — como ese tétrico vecino de Salem’s Lot encerrado en un ático, incapaz de afrontar la raíz de su nueva naturaleza — o Christine, convertida en vehículo de venganza y nuevos vicios. En cada una de sus obras, lo que aterroriza se esconde bajo el tejido de la realidad, conspira para aparecer y desaparecer entre paisajes tan rutinarios que resultan incluso vulgares. Con la misma capacidad para el desencanto de Shirley Jackson para el tema común y los pequeños horrores alambicados en lo desconocido íntimo, King se supera a sí mismo y elabora un lenguaje poderoso para hablar de algo tan antiguo como evidente: el mal aciago, elemental, poderoso, convertido en símil de la naturaleza humana.

De hecho, su nueva colección de cuentos es quizás el ejemplo más claro de esa necesidad del escritor por reflejar la realidad — incluso de manera involuntaria — en su prolífico trabajo. If It Bleeds es un recorrido por las más recientes obsesiones del autor, pero también, una cautelosa mirada a los espacios oscuros de nuestra sociedad y la cultura contemporánea. Cada uno de los relatos, parece resumir el clima actual, aunque fueron escritos hace al menos un par de años. Un vinculo casi escalofriante entre los paisajes de un mundo mutable y extraño, que se extiende en todas direcciones a partir de lo que nos produce temor y algo mucho más amplio. King explora la pertinencia de lo que consideramos cotidiano y también, la forma en que esa engañosa apariencia de normalidad, puede esconder la oscuridad de la naturaleza humana e incluso, las formas más extravagantes de lo sobrenatural. Entre ambas cosas, el vínculo que sostiene la idea de lo espeluznante, se hace cada vez más profundo, complejo, pero también, profundo en sus matices y en su capacidad para revelar la sencillez que en ocasiones, engendra lo macabro.

Con su mezcla de géneros y visiones sobre el miedo, If It Bleeds es quizás la visión más cercana a la obsesión de King por ese velo casi imperceptible entre lo real y lo que existe más allá de la oscuridad y las pequeñas distorsiones del miedo. En la poco convencional historia La vida de Chuck, el tejido conjuntivo de la realidad parece deshacerse mientras los personajes intentan comprender qué ocurre a su alrededor. Incluso, la narración incluye el escalofriante detalle del momento en que Internet de funcionar, lo que provoca un caos apreciable y un tipo de aislamiento doloroso entre quienes intentaban sobrellevar la emergencia a través de las pantallas de sus ordenadores. Resulta inquietante, que el cuento pueda ser un perfecto reflejo de la situación actual, sobre todo, en medio de la proliferación de las actividades online y el consumo de contenido streaming.

Para King el terror es indivisible de lo evidente y palpable. En La vida de Chuck ese paralelismo es mucho más elaborado: Como en otras tantas de sus narraciones, King encuentra una manera concreta, realista y práctica de describir sucesos imposibles, que crea una inmediata complicidad con el lector. En La vida de Chuck lo imposible forma parte de un sustrato de la realidad misma, lo que le permite convertir a la narración en una reflexión sobre el mundo como mirada elocuente sobre la identidad y la individualidad. Una especie de predicción basada en un acendrado sentido común que sostiene la versión de King sobre la probabilidad, lo tangible y lo siniestro hasta crear un recorrido doloroso sobre la identidad del individuo y su relación con la percepción de lo colectivo.

También hay algo de predicción a la narración que da nombre al libro: If It Bleeds es una historia de detectives, con ciertas reminiscencias al éxito de público y crítica The Outsider. El protagonista de la historia, es un periodista que no sólo se alimenta — y no se trata de una metáfora — de las angustias y tragedias que cubre, sino que además las provoca en un extraño ciclo retorcido cada vez más parecido a la sed de información amarillista y desconcertante que llena el mundo en la actualidad. Por cierto, la historia incluye a un personaje conocido y querido por buena parte de los lectores de King: la pausada y brillante Holly Gibney regresa para ayudar a resolver el cada vez más enrevesado caso, lo que establece otro de los inevitables vínculos que las novelas del escritor suele establecer con su propio multiverso.

La siniestra historia está inspirada en un periodista nocturno, que King notó siempre cubría las peores noticias y las informaciones más violentas. Pero más allá de un curioso ejercicio de imaginación, se trata una elocuente mirada a hechos inquietantes que se miran a través de un cristal retorcido: asesinatos cometidos por hombres y mujeres corrientes, monstruos que habitan pueblos de aspecto anodino, violentas visiones sobre la naturaleza humana disimulados en el cariz de lo obvio y lo natural. En If It Bleeds, el terror nace de la capacidad del hombre para temerse a sí mismo — la cualidad monstruosa confundida con el temor subyacente que re elabora una idea de lo habitual — y también, para encontrar en lo desconocido, una mirada hacia lo inquietante como terreno fértil de la fantasía colectiva. El bien y el mal para Stephen King forman parte de una dimensión de enorme peso real: tal vez por ese motivo If It Bleeds es una gran referencia a la cultura pop actual, pero a la vez relacionada con pulsiones primitivas, reconstruidas desde un cariz diáfano y pulcro. Debajo de esa apariencia inofensiva, el terror palpita como una transgresión a las leyes de la realidad. Una proeza argumental que el escritor construye desde lo notoriamente obvio hacia algo más inquietante, profundo y enrevesado. La raíz de un mal primigenio que parece palpitar en cada una de sus novelas como un dimensión invisible en la que el terror es una forma de expresión de ideas tan antiguas como la humanidad misma.

Otra de los cuentos de la colección “El teléfono de Mr Harrigan”, es una sátira tenebrosa sobre la tecnología, en la que un viejo iPhone capta mensajes ominosos del más allá. “Esa es una historia de EC Comics, eso es lo que es”, dijo King, refiriéndose a la marca de cómics de terror de la década de 1950 que lo inspiró a él y a George Romero a crear Creepshow en los años 80. “Hay historias sobre tipos que temen ser enterrados vivos, y tienen un teléfono puesto en su ataúd o en su cripta. La historia juega con esa idea”.

Para desarrollar la historia de manera apropiada, King decidió adquirir un iPhone de primera generación, que a la distancia de casi trece años, tiene algo de reliquia de una generación anterior. Para el escritor resulta sorprendente la rápida evolución de la tecnología y tanto en “El teléfono de Mr Harrigan” como en otros tantos relatos recientes del escritor, hay un evidente interés por la forma en que la hipercomunicación y los avances digitales transforman la realidad del mundo contemporáneo. Como otras tantas narraciones de King “El teléfono de Mr Harrigan” tiene una cierta percepción de lo inevitable que la hace familiar, unida por un hilo conductor que desarrolla un sustrato coherente entre todas. Incluso antes que King decidiera darle sentido y forma a la idea con la saga “The Dark Tower” y crear un universo metaficcional de enorme complejidad, sus narraciones parecían analizar temas semejantes pero a través de una serie de matices retorcidos y de enorme valor argumental.

En “El teléfono de Mr Harrigan” la percepción sobre lo extraordinario y lo siniestro son aún más sutiles, universales y pesarosas. Eso, a pesar de su aire localista — tan norteamericano — que en ocasiones convierte la narración en una asimilada reflexión sobre la cultura y su trasfondo sobre lo que crea y sustenta el miedo. Por supuesto, King es un buen hijo de la norteamérica saludable y progresista, lo que hace que “El teléfono de Mr Harrigan” esté plagada de banderas de la Unión, discos de vinilo, celebraciones del cuatro de Julio y grandes nociones sobre la sensibilidad del país. Pero es justo ese elemento doméstico y costumbrista, lo que permite a King desarrollar un escenario bajo el cual subsiste el miedo como elemento real. La oscuridad bajo la oscuridad. Los terrores siniestros escondidos bajo una pulcra postal de lo inevitable, obsoleto y venial.

King creó toda una nueva mitología del terror, basada esencialmente en el mal absoluto y encarnado bajo una percepción de la identidad cultural. El mal en las novelas “El teléfono de Mr Harrigan” es tradicional pero también, extrañamente relacionado con los miedos que se transforman en nuevas versiones de la realidad. King tomó las supersticiones colectivas, la vulnerabilidad de la comprensión del miedo como una parte indivisible de la mente humana y la desarrolló como un ente individual capaz de sostener un sentido de la vulnerabilidad completamente nuevo. Y quizás, ese sea el mayor valor de este extraño cuento.

La curiosa colección cierra con la historia titulada “Rata”, que cuenta el extraño pacto entre un escritor ávido de éxito y un roedor misterioso y parlachín que le visita en su remoto retiro de montaña. O quizás sólo se trata que está enloqueciendo. La ambigüedad de cuento y sobre todo, su tono levemente humorístico convierte al relato en una pequeña joya inclasificable en medio de la inmensa colección de historias que pueblan el mundo del escritor. Por supuesto, también se trata de una singular reflexión sobre la avaricia de las nuevas celebridades instantáneas, en busca de un tipo de reconocimiento inmediato incluso a través de medios tortuosos. Sin duda, para King el oficio de escribir tiene algo de predicción siniestra.

Es inevitable leer el siniestro relato sin pensar en la forma que en King ha metaforizado el miedo a través de una idea más elaborada y corpórea que cualquier otro escritor contemporáneo. Hace unos años, se le preguntó cual era su inspiración, ese impulso casi primitivo que le hace escribir sin parar desde hace más de treinta años. El autor sonrió y tardó unos segundos en responder “Lo que vive bajo tu cama” dijo al periodista, quien después admitiría que sintió un real escalofrío al escuchar la respuesta. Luego, el escritor añadiría que justo ese terror inconcluso, desigual e ingenuo es lo que sostiene la mayoría de sus novelas. “Revivo los terrores de la infancia” insistió “Y los convierto en algo por completo nuevo”.

Para King, el miedo comienza justo en medio de los primeros terrores de infancia, de los ojos abiertos en la oscuridad, las manos abiertas y aterrorizadas, el corazón roto por el miedo. En “La Rata”, la apariencia fragmentada de lo que consideramos verídico se transforma en otra cosa, se elabora como un discurso nuevo y temible. En la codicia residen los verdaderos monstruos. Los imaginarios, los fatídicos, los que representan el miedo como una visión intelectual. Para el narrador de la historia — que bien podría ser el alter ego de un King mucho más joven — el mundo está construido sobre un Universo de temores que hereda de una sociedad obsesionada con un tipo de éxito profano y limitado. Un tipo oscuridad nominal que encarna los temores incorpóreos y crean una noción realista sobre el bien y el mal. El terror arraigado, profundo y escabroso que sobrevive a las primeras luces racionales del pensamiento contemporáneo.

A Stephen King se le suele criticar y adorar a partes iguales. Es probablemente uno de los escritores más leídos del mundo y también, de los más menospreciados. Una contradicción que sin embargo, no llega afecta su pluma prolífica: ha escrito más de 50 novelas y vendido unos 300 millones de ejemplares, lo cual lo convierte no sólo en un fenómeno mediático, sino también en una rareza en el mundo editorial actual. Porque King vende — ¿quién podría dudarlo? — pero también escribe bien. Eso, a pesar de sus pequeños gazapos, sus escenas que suelen acusarse de blandas y sus enrevesados argumentos entre terroríficos, emocionales y místicos. Pero King, más que escritor — que lo es, por derecho propio, por perseverancia, por su capacidad para reinventarse — es también un símbolo de las literatura actual, con su considerable dosis de cultura pop a cuestas y sobre todo, símbolo del escritor que atraviesa esa compleja red de intrigas y opiniones disparejas que es el mundo editorial contemporáneo. Humilde, sincero, muy consciente de la importancia de su labor como narrador de historias pero aún así, incapaz de obsesionarse con el reconocimiento, Stephen King es un mito creado a la medida del lector, una metáfora de lo que la literatura — como propuesta — puede llegar a ser.

Quizás lo que mejor pueda describir la visión del terror de King, sea la última línea del epílogo de su libro “Doctor Sueño”, en la que su autor, además de explicar con su habitual buen sentido del humor la experiencia de escribir sobre personajes tan significativos en su carrera como escritor, deja bien claro que el miedo siempre se reinventará: “Siempre habrá oportunidad de preguntarse quien te mira desde la oscuridad” concluye. Y añade, casi en tono burlón: “O qué”.

El miedo como una grieta siniestra en la cotidianidad.

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Aglaia Berlutti

Bruja por nacimiento. Escritora por obsesión. Fotógrafa por pasión. Desobediente por afición. Escribo en @Hipertextual @ElEstimulo @ElNacionalweb @PopconCine