Crónicas de la lectora devota:
Hex de Rebecca Dinerstein Knight
David Roas suele decir que “el monstruo encarna la transgresión, el desorden. Su existencia subvierte los límites que determinan lo que resulta aceptable desde un punto de vista físico, biológico e incluso moral”, pero que a la vez, esa versión sobre el bien y el mal moral, tiene una considerable cuota de atractivo, como si para romper la línea diminuta que separa ambas versiones de la realidad, el concepto de la belleza fuera de considerable importancia. Para el escritor, la cualidad monstruosa es una visión sobre la capacidad del hombre para comprenderse a sí mismo, su moralidad y la existencia misma de la razón, pero también, una reflexión sobre lo que considera tentador, hermoso, lo que sostiene un ideal estético que puede ser o no comprensible. Para Roas, el miedo y lo hermoso, el deseo y la obsesión, lo monstruoso de la pérdida de control, están unidos por su “su inevitable relación con el miedo. Porque una de las esenciales funciones del monstruo es encarnar nuestro miedo a la muerte (y a los seres que transgreden el tabú de la muerte, como ocurre con el vampiro, el fantasma, el zombi y otros revenants), a lo desconocido, al depredador, a lo materialmente espantoso… Pero, al mismo tiempo, el monstruo nos pone en contacto con el lado oscuro del ser humano al reflejar nuestros deseos más ocultos, lo que nos atrae hacia la oscuridad, lo que nos sorprende y cautiva”. Una comprensión de que evade y hace mucho más amplios los límites de la realidad, tal y como la conocemos y sobre todo, asumimos su existencia.
Algo de la percepción de Roas sobre lo monstruoso, los finos hilos de la oscura seducción y la potencia del deseo que se convierte en algo más efímero, se encuentra en Hex, la segunda novela de la escritora Rebecca Dinerstein Knight, que recorre a través de la idea del amor, la percepción sobre algo más tenebroso, fascinante y poderoso que la simple emoción. Todos los personajes de Hex, están obsesionados con la posibilidad del atractivo estético y por un motivo: desde las primeras líneas de la novela, la concepción sobre la posibilidad de la pasión, el deseo y obsesión se basa en lo hermoso. La perspectiva por supuesto, podría parecer superficial e incluso, banal, de no ser porque Dinerstein Knight elabora una hipótesis válida sobre la concepción de la necesidad de encontrar sentido en lo estético. Hay cierta oscuridad que se enlaza y profundiza en la historia, que comienza con lo que parece una descripción amable sobre lo emocional y nuestras pequeñas perversiones, pero que termina por desembocar en una idea mucho más extraña.
La búsqueda de la belleza y su poder para construir un concepto a partir de su interpretación, es de enorme importancia en Hex. Sobre todo para Nell, su personaje principal, un doctor en botánica caído en desgracia cuya principal necesidad es la de sustentar su versión de lo moral sobre lo estéticamente poderoso. De hecho, Nell, que está enamorado sin esperanzas de Joan, su seductora profesora y a la que contempla con la maravillada atención de un admirador, intenta comprender su entorno desde cierta percepción angustiada sobre lo que le atrae como un tipo de lenguaje. Por supuesto, la necesidad incontenible de convalidar su búsqueda de identidad — acerca y por lo hermoso — a través de Joan está condenada al desastre. La belleza es un motor superficial que impulsa al personaje en un recorrido motivador y también, doloroso en lo venial y lo trágico de su inevitable desenlace. El mismo Nell lo sabe: su devoción está destinada a una caída lenta en el desastre, pero aun así, la alimenta con la cuidadosa conciencia que su visión sobre lo que resulta atractivo — o no — es también, un tipo de perturbadora conexión con algo más profundo. Tanto, como para invadir todos los ámbitos en los que avanza, profundiza y analiza. El personaje está convencido de la posibilidad del amor, a pesar de tener la vaga noción que en su caso no fructificará o al menos, de la manera en que lo imagina. Y es esa combinación entre el valor de lo anecdótico — poco a poco Dinerstein Knight deja entrever que Nell tiene una necesidad inquietante de asumir el rechazo como un fracaso peligroso — lo que convierte a la novela, en un cuidoso recorrido a través de las motivaciones inconclusas y quebradizas del miedo, la esperanza y al final, un tipo de dolor confuso que la escritora logra recrear desde la extraña perspectiva del desamor.
Sin duda, Nell está obsesionado con Joan, pero no al punto de resultar una amenaza. O al menos, eso parece sugerir la idea persistente que Dinerstein Knight desliza sobre su naturaleza contemplativa. Con mucho de las novelas cortesanas del siglo XIX con las que el personaje está obsesionado, la novela parece hacer hincapié que todas las necesidades emotivas y desesperadas del personaje, tienen una relación directa con su búsqueda de un motor emocional relacionado con la satisfacción de lo que insiste en llamar “insisto sobre lo bello”. Nell es torpe, decoroso, un caballero aturdido, pero también un científico brillante con un retorcido deseo por el control. Tanto, como para llevar a cabo un peligroso experimento en laboratorio que terminó con la muerte por envenenamiento de una de sus estudiantes. La escena se describe con rapidez y la conocemos a través de Nell, pero es notorio que se trata de algo grave o es lo suficiente, como para asumir la posibilidad de lo temible desde cierta cualidad monstruosa. “Amo el poder dentro del pétalo, de la rosa, de los tallos cortados, del veneno silente” escribe y aunque después se apresura a tachar la nota, la novela deja entrever que la insistencia de Nell por el dominio de la técnica y refinación de venenos y sustancias tóxicas, no es sólo un accidente académico ni tampoco, una versión casi accidental de su interés por el lado oscuro de la belleza. Hay una intención y tan febril, como para resultar tenebrosa.
Por supuesto, Nell también escribe para Joan apasionadas esquelas que la inalcanzable mujer jamás leerá o al menos, el personaje no tiene intención de mostrarle: “Primero me obsesioné con la botánica por una razón simple: encontraba las flores terriblemente atractivas y me eduqué con personas razonables que no ponían la belleza en el centro de sus vidas. Pensé que podía hacerlo de una forma sencilla y en apariencia normal.” Pero claro está, estudiar flores no es sólo una forma en Nell puede reflexionar sobre su necesidad de lo hermoso, sino que además necesita una versión de esa frágil y cada vez más singular angustia existencial en el mundo real, de modo que su amor no correspondido por una mujer que le dobla la edad, que además está casada y con las que apenas ha cruzado un par de palabras, es un “amor inútil”, que le proporciona un insólito sosiego trágico. El dolor se hace hermoso, profundo, extraño y sensorial.
Nell no sólo siente una atracción inevitable por la belleza, sino que además, siente la compulsión casi desesperada de crear una versión del concepto por completo personal. A medida que la narración avanza, es mucho más que evidente que crear el incidente que provocó la expulsión de la Universidad a cuyo cuerpo académico pertenecía, es algo más que un incidente aislado. Fragmento a fragmento Dinerstein Knight, elabora una cuidadosa red de información que brindan a Nell — a su mundo, su percepción de la realidad, su lucha contra las contradicciones en su vida — una rara tridimensionalidad. “Intenté crear un veneno que partiera de la belleza” escribe en uno de sus cuadernos “lo logré y por tanto, debía probarlo. En mí, en esta obligación invisible de demostrar los límites de lo que considero imprescindible”. De pronto, la muerte de la estudiante — que en el primer capítulo se aclara consumió por error un compuesto no etiquetado — toma una nueva relevancia y también, un significado más inquietante. ¿Nell sólo busca la belleza o la muerte y lo que le atrae se sostienen en la misma medida?
Dinerstein Knight no brinda respuestas sencillas. De hecho, la narración incluye pasajes, ideas y pensamientos en lo que el atractivo de lo estético, como misterio insoldable, lo es todo. Por el mismo motivo, para Nell no resulta sencillo asumir que envejecerá y perderá esa aspiración inmediata hacia la belleza ideal. La novela, cambia de tono y forma, cuando el personaje descubre una primera cana y en especial, una pequeño pliegue de piel. Todo lo que ha creído parece derrumbarse y es entonces, cuando “Hex” encuentra su tono más siniestro y extraño. De pronto, la narración se llena de descripciones poco concretas sobre la muerte de la estudiante de Nell y aunque Dinerstein Knight se cuida mucho de revelar de manera prematura los secretos de su historia, está claro que se trató que algo más que un accidente. A la vez, su obsesión por Joan se hace cada vez más punzante, desesperada. Ya no solo le sigue, la contempla a la distancia, sino que el amor se convierte en una tortura silenciosa que le hace robar objetos de su lujosa casa, libros de su oficina y al final, seguir por horas sus movimientos por la ciudad. “¿Por qué es tan duro asumir que perderemos el rostro juvenil, el cuerpo esbelto en detrimento de esa apariencia normal que tanto se estigmatiza y se critica en un mundo obsesionado consigo mismo. Más aún para la mujer, cuya identidad sexual, intelectual e incluso cultural parece formar parte de una interpretación estética muy concreta: se es bello porque se es joven, lozano, la piel fresca, el cuerpo ágil y delgado”. Nell, que no rebasa la cuarentena, se mira en los reflejos de espejos y cristales para encontrar a un anciano. Se enfurece, se angustia, se entristece, se llena de terrores ocultos. “La boquita de Clara Bow, la voluptuosa Bardo, la delgadez de Twiggy, el cabello de Veronica Lake. A nadie pareció importarle demasiado sus opiniones, puntos de vista o personalidad, mientras lucieran hermosas, jóvenes, radiantes. La imagen irreal” escribe para describir su miedo, las puertas cerradas, la percepción de la pérdida que le persigue, le sofoca, le abruma y al final, le impele hacia el límite mismo de la cordura.
Pero Hex no es una novela trágica y aunque Dinerstein Knight tiene la suficiente habilidad como para evitar los clichés románticos, es evidente que lo tenebroso en la mente de Nell es menos importante que su búsqueda de la belleza, la gracia y la alegría. Y ese ese juego, entre lo engañoso de lo en apariencia peligroso y el amor simple de Nell, lo que hace a esta extraña novela, un inteligente recorrido por el dolor íntimo y un tipo de enajenación inofensiva. De la misma manera en que otros escritores lograron evadir la percepción de lo funesto a través de la alegoría, la escritora lo logra mediante el recurso simple de mostrar la mente de Nell como un gran reducto brillante, en el que el bien y el mal se hace cada vez más confuso. La autora juega con la posibilidad de un narrador poco fiable, que a la vez, es el único testigo de todos sus posibles dolores y búsquedas. ¿Es real la aspiración por un tipo de belleza lóbrega que anima al personaje? Puede serlo, en la medida que el incidente del laboratorio es real. No obstante, poco a poco la novela deconstruye al personaje para mostrar su fondo más lírico, potente y delicado. “Una flor muerta, con todos sus secretos a flote” escribe Nell mientras mira a Joan, más lejos que nunca. Más hermosa, radiante, el motivo de todos sus dolores, pero también el limite de un tipo de maldad con la que Nell fantasea pero jamás llega a mostrar del todo. ¿O si lo hace?
En la novela Mi año de descanso y relajación de Ottessa Moshfegh, lo hermoso y lo triste, se confunde en un nuevo tipo de noción sobre la persistencia de la memoria. Lo mismo ocurre en The New Me de Halle Butler, en la que los dolores cotidianos tienen una mezcla tierna y extrañamente satírica sobre los terrores cotidianos. Dinerstein Knight combina ambas cosas hasta convertir a Nell, no en una criatura inquietante, un acosador burdo o algo más cercano a un amante desesperado por el reconocimiento, sino en algo más complejo. En realidad, lo mejor de Hex, es su extraño ambiente sin sentido, sin forma y sin conexión, que se reconstruye a sí mismo hasta lograr algo más elocuente. ¿Es el amor y la belleza la medida de todas las cosas? Puede serlo, pero a la vez, sólo son solo espejismos, miradas sugerentes que pueden ser o no reales. “Soy un monstruo, pero a la vez sólo un hombre en busca del sentido más dulce de todas las cosas” confiesa Nell, mientras mezcla hierbas y pétalos en un atanor. “El veneno y la ternura, tienen el mismo origen” añade y es entonces cuando Hex se transforma en una gran y singular incógnita. Un misterio mayor dentro de otro más sutil y extraña de lo que cabría imaginar.